domingo, 1 de diciembre de 2013

¿Premios o castigos?

En el mundo laboral es muy frecuente recurrir al recurso de aplicar premios o castigos para lograr cambios en algún aspecto de las personas.

Dar premios o menciones públicas a un empleado por un buen trabajo, poner como regla que quien cometa algún error puntual pague algo para sus compañeros, bonos anuales por obtención de objetivos, ausencia de aumentos de sueldo por malos resultados, comisión por ventas.

Es bueno saber que estas son acciones que nacen de la teoría de B.F. Skinner, llamada conductismo radical. Es muy interesante conocer un poco más del trabajo de Skinner. Ver, por ejemplo, cómo llego a sus conclusiones experimentando con palomas y ratas, explorar su visión del hombre como entidad absolutamente controlable, carente de autonomía y libertad.
A los ojos de este hombre, incluso el amor al prójimo se da por una cuestión de refuerzos. Alguien actúa bajo los parámetros que podríamos caracterizar como amor, sólo porque obtiene estímulos que refuerzan su comportamiento. Los invito a leer un poco sobre su obra y sus pensamientos.

Pienso que una de las razones de la popularidad del uso de los premios y castigos es que funcionan. Realmente cambian el comportamiento de un manera rápida y sin mayores esfuerzos.
Si a un niño que no le gusta leer se le ofrece un premio significativo por leer un libro, probablemente lo haga. El premio no desarrollará en el niño, sin embargo, interés genuino por la lectura. Posiblemente suceda lo contrario. El premio transmite el mensaje que la lectura en si misma carece de valor. El castigo funciona de manera similar.

El premio y el castigo tienen la atracción del atajo. Son como esa pocima que nos promete adelgazar sin hacer ejercicio ni cambiar hábitos alimenticios. Es seductor. Podemos modificar el comportamiento de las personas sin esfuerzo, sin pensar demasiado, sin preocuparnos por entender que valora cada persona, sin apostar a un crecimiento genuino, sin involucrarnos, sin hablar de sentimientos, estados de ánimo, motivaciones o intereses.

Estoy convencido de que el recurso de usar premios y castigos para cambiar el comportamiento es perjudicial. Puede debatirse si es en realidad así. Alguien podría dar ejemplos de casos donde funciona. Puedo aceptar estas razones y concluir que es sólo una cuestión de gustos o de preferencia. Yo diría que tiene que ver con convicciones.

Como manager, yo prefiero el camino largo. Los atajos nunca me resultaron simpáticos.